Desde hace ya unos años que la apertura gubernamental, en el amplio sentido de lo que ella supone, se ha instalado como eje de un proceso de transformación profundo y radical en la forma y el fondo de como venía operando el gobierno y sus instituciones en los primeros años del siglo XXI. Frente al reconocido agotamiento de los tradicionales modelos de gestión de los asuntos públicos heredados del siglo XX, la fatiga en los espacios de legitimidad y representación que han puesto en entredicho la actual vigencia del sistema democrático tal cual lo conocíamos, y las diversas crisis, complejidad e incertidumbre para navegar las nuevas realidades sociales, políticas, económicas y culturales en un contexto de globalización e interdependencia, surge la necesidad de esbozar y delinear nuevas formas de trabajo en lo público, una nueva forma de gobernar.
Y es allí donde se instala en el contexto internacional la renovada idea de gobierno abierto. De acuerdo a lo que se establece en la Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto, este puede ser entendido como “un conjunto de mecanismos que contribuyen a la gobernanza pública y al buen gobierno, basado en los pilares de la transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas, colaboración e innovación, centrado e incluyendo a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones, así como en la formulación e implementación de políticas públicas, para fortalecer la democracia, la legitimidad de la acción pública y el bienestar colectivo” (CLAD, 2016). En tal sentido, y sumado a los esfuerzos que se han promovido desde diversos espacios como son la creación y puesta en marcha de la Alianza para el Gobierno Abierto, la aprobación y aplicación de la Carta Internacional de Datos Abiertos, entre muchos otros, el cambio paradigmático que supone la idea de apertura gubernamental no solo ha llegado para quedarse sino que ha generado un inusitado entusiasmo, expectativas y esperanzas, en particular en el seno de la sociedad civil, como espacio institucional que favorezca la reconstrucción de confianzas entre gobernantes y gobernados, reducir la corrupción y las diversas desigualdades y asimetrías ligadas al ejercicio, y en algunos casos abusos en el poder, mejorar la calidad de los servicios públicos y, en definitiva, impactar positivamente en la calidad de vida de nuestros pueblos. Ello desde la aplicación práctica de los valores que fundamentan la apertura del gobierno: el acceso a información pública y la participación ciudadana como derechos; y la transparencia y rendición de cuentas, la colaboración y el uso de la tecnología e innovación como medios que favorezcan este tránsito a un modelo de gestión pública abierto, inclusivo, no para sino con la ciudadanía, con la gente como principales protagonistas: nada sobre nosotros sin nosotros.
Es en este contexto en el que se circunscribe esta obra publicada por CEPAL y lanzada en abril de 2017. Se trata de un libro que articula de manera sustantiva y quizás como nunca antes, las miradas, visiones, controversias, paradojas y desafíos que implica el recorrer este nuevo camino donde el mapa, bien sabemos, no es el territorio, en particular si atendemos a las peculiaridades institucionales y la diversidad que encontramos en los países latinoamericanos. Asimismo, el libro se estructura en siete partes que dan cuenta de la heterogeneidad de abordajes que son, al mismo tiempo, el reflejo concreto del debate actual y del estado del arte en la materia en nuestra región.
En una primera parte es posible encontrar la reflexión desde la perspectiva de tres organismos internacionales que han venido impulsando y promoviendo esta agenda en la región: CEPAL (Naser, Ramírez-Alujas y Rosales), el CLAD (Montero) y la OEA (Trigo y Álvarez). La síntesis de estos aportes contribuyen a afianzar la necesidad de que podamos transitar desde la idea de gobierno a la Estado abierto, promoviendo la aplicación de los principios mencionados hacia otras ramas del poder, espacios institucionales e inclusive a ámbitos como la academia, el sector privado y la misma sociedad civil (bien sabemos que en este tipo de políticas “predicar con el ejemplo” es parte sustantiva del esfuerzo).
En una segunda parte se presentan 3 experiencias nacionales sobre planes y estrategias de gobierno abierto: Brasil (Solís), Costa Rica (Zúñiga) y México (Lagunes). Conviene que el lector interesado se detenga a observar los contrastes y los enfoques y líneas de acción que cada país ha considerado como prioritarios para llevar adelante esta agenda. Ligado a lo anterior y en la tercera parte, se presentan experiencias concretas desde el rol y competencias que tienen los órganos garantes en materia de acceso a información pública en la región (institucionalidad clave como base de los esfuerzos por garantizar el derecho a saber, facilitar la rendición de cuentas y favorecer mayor transparencia) desde los casos del Consejo para la Transparencia en Chile (Blanlot) y el Instituto Nacional de Acceso a Información (INAI) de México (Salas).
La cuarta parte es particularmente relevante pues sintetiza la mirada desde las organizaciones de sociedad civil en dos esferas fundamentales en la apertura gubernamental y estatal: el derecho de acceso a información pública y datos abiertos como herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas (Pérez, Santagada, Medrano, De Francesco, Sánchez y Mejías); y la auditoría, control social y participación como vías para el fortalecimiento institucional (Ibarra). Es evidente que las miradas plasmadas en esta sección son un contraste crítico respecto a las dos partes anteriores, lo que nos conduce indefectiblemente a reflexionar de manera profunda sobre los desafíos y brechas que tenemos por delante.
La quinta parte es quizás, una de las más atractivas para quienes estén buscando nuevas referencias, alcances y perspectivas teóricas sobre el debate en cuestión, y en especial sobre este proceso de mutación desde el gobierno abierto al Estado abierto en Latinoamérica. Es aquí donde encontramos plasmada la discusión más acabada y rigurosa desde perspectivas conceptuales que, en algunos casos, se enfrentan y cuestionan mutuamente. Si bien todos los autores y autoras en esta sección abarcan el mismo objeto de estudio (gobierno/Estado abierto), sus abordajes, miradas y enfoques van desde el cuestionamiento del modelo tradicional de políticas públicas hacia la co-producción e innovación social (Subirats); pasando por la metamorfosis del término, noción o concepto de Estado abierto (Oszlak); su expresión en el ámbito de la justica (Jiménez-Gómez); el relevar la confianza como eje de este desafío (Güemes y Brugué); las claves de la apertura gubernamental desde la burocracia (Gascó); el dilucidar si estamos frente a una moda o real oportunidad (Babino); y finalmente, la necesidad de incorporar de manera más robusta y permanente al sector académico en estos desafíos (Kaufman).
Para cerrar, el libro presenta dos ámbitos de extremada relevancia en el presente y futuro de la llamada apertura estatal: experiencias a nivel subnacional y local; y la transformación que supone la revolución de los datos en el contexto del Estado abierto y el desarrollo sostenible. En la sexta parte se presenta una aproximación teórica y práctica para distinguir la idea de gobernanza abierta en el espacio municipal (Hernández), y a partir de ello luego se describen y presentan con lujo de detalle las experiencias concretas de tres casos de referencia en la materia como son el Municipio de Bahía Blanca en Argentina (Mirofsky y Bevilacqua), el Ayuntamiento de Madrid en España (Anderica) y el Laboratorio de Innovación Pública del Municipio de Quito en Ecuador (Pozo), tres espacios de aprendizaje de lectura obligada para quienes hoy en día estén o quieran promover e impulsar estrategias de gobierno abierto en el espacio local.
La obra acaba con broche de oro al contextualizar el debate previo desde una perspectiva que es al mismo tiempo práctica y crítica a la vez. Por un lado, cómo la agenda de datos abiertos y la comunidad que se ha venido forjando en torno a ella en la región, son un espacio catalizador para la construcción de políticas, infraestructuras y herramientas concretas en cada uno de nuestros países, y como el emergente movimiento de hacking y tecnología cívica ha venido (y seguirá) contribuyendo al ideario de una América Latina Abierta (Scrollini). Y lo anterior tiene un correlato en la experiencia concreta que cierra el libro con el caso de DATA Uruguay y las lecciones y aprendizajes al trabajar desde sociedad civil en materia de gobierno abierto (Carranza).
Sin lugar a dudas se trata de un libro de referencia en estas materias, al menos en el contexto del debate iberoamericano, y de total actualidad sobre las distintas dimensiones, alcances y perspectivas que deben considerarse para una construcción realista y rigurosa de lo que, entendemos, supone la idea de Estado Abierto. Ello inclusive (y es un lugar común y eje articulador en los distintos capítulos del libro) debe considerar las definiciones de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, bajo una estricta mirada de lo plasmado en el ODS Nº 16 “Paz, Justicia e Instituciones Sólidas” y sus metas e indicadores, pero más allá en la lógica de la transversalidad necesaria con toda la agenda de desarrollo sostenible, que favorezca transitar hacia sociedades más justas, democráticas y que pongan el acento en el bienestar de nuestros pueblos.
Álvaro V. Ramírez Alujas Co-Chair del Consejo Editorial del Repositorio de Investigaciones sobre Gobernanza Abierta (RIGA) Fundador e investigador principal del Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas (GIGAPP), profesor del Instituto de Asuntos Públicos (INAP) de la Universidad de Chile y presidente de la Fundación Multitudes.